Para acelerar la campaña de vacunación contra el coronavirus, las autoridades chinas combinan la recompensa con la presión, ofreciendo huevos frescos a cambio de una vacuna o condenando al oprobio a los recalcitrantes.
China, primer país afectado por el coronavirus, pero también el primero en salir de la pandemia, está luchando por convencer a su población de que se vacune cuanto antes.
El país más poblado del mundo ha administrado hasta ahora 140 millones de dosis (la mayoría de las vacunas disponibles requieren dos dosis), lo que equivale al 10% de su población.
El gobierno se fijó el objetivo de llegar a fines de junio con el 40% de los chinos vacunados.
En la medida en que la vida ha vuelto a la normalidad en China, donde cada día se anuncia apenas un puñado de contagios adicionales, muchos chinos no consideran urgente vacunarse.
Ante esa apatía, las autoridades regionales y locales desbordan de imaginación para arrimar a los chinos a la jeringa.
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